Las empresas agroalimentarias tienen una gran responsabilidad a la hora de fabricar y distribuir alimentos saludables y, al mismo tiempo, con todas las garantías sanitarias. En definitiva, lo que sale de sus instalaciones debe estar en condiciones óptimas para evitar riesgos en la población.
Una de las medidas para conseguir este objetivo es la elaboración de protocolos de limpieza y desinfección, personalizados y bien ejecutados. Siempre es recomendable la alternancia de desinfectantes que eviten la posible aparición de resistencias microbianas que acaben en la formación de biofilms.
También es recomendable la alternancia de detergentes alcalinos y ácidos. Gracias a estos últimos, evitaremos los depósitos calcáreos y, por tanto, rugosidades en las superficies que facilitan el acantonamiento de bacterias psicrófilas.
Desde la dirección de las empresas, la correcta higienización de las instalaciones debe considerarse parte del proceso productivo. Una incorrecta aplicación de los protocolos de limpieza y desinfección -o la no aplicación de éstos- puede ocasionar graves consecuencias en la seguridad de los productos y, por tanto, en la reputación de estas compañías.